domingo, 6 de enero de 2013

Zas en toda la boca Mariano

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Por Ana Bernal Triviño

“Es un momento difícil. Si todos trabajáramos con empeño, cumpliéramos con nuestras
obligaciones y dijéramos 'voy a hacer lo que yo tengo que hacer sin importarme lo que hagan
los demás' las cosas irían mejor"

Mariano Rajoy. Presidente del Gobierno de España.
Visita a Afganistán 22/12/2012


Querido Mariano,

Soy consciente de que escribir esto es como hacer la carta de los Reyes Magos, pero lo voy a
hacer porque sé que muchas personas habrán asentido cuando han escuchado tu frase.

Es nada. Son sólo unos cuantos detalles.

Tengo una amiga peluquera, Gema. Está pasando canutas esta crisis, y además, le has subido
el IVA y, para no tener que cerrar por falta de clientas y despedir a dos empleadas más, ha
decidido asumir ella ese coste. ¿Eso no es empeño?

Tengo un amigo muy cercano, Francisco, que es veterinario. Y, en esta crisis, hay personas
que no pueden pagar operaciones o revisiones de sus mascotas porque no tienen para comer.
Y, entonces, las dejan morir, aunque para ellos sean un miembro más de su familia. Pero él, en
muchas ocasiones, revisa y opera gratis. ¿Eso no es empeño?

Yo era científica. Como otros muchos compañeros (Luisma, Ricardo, Vanessa, Juampe...)
Licenciatura, máster y doctorado. Una media de 10-12 años de dedicación para especializarnos. Pero con los recortes en I+D nos has mandado a la cola del paro. ¿Eso no es empeño?

Luisa, frutera, y María, pescadera, se levantan a las 4 de la mañana. Haga sol o truene.
Recorren kilómetros para comprar el género y, después, abrir su puesto en el mercado a primera hora de la mañana. ¿Eso no es empeño?

Conozco el caso de muchas familias donde muchos padres han tenido que “rescatar” a sus
hijos y donde, aunque parezca increíble, muchos hijos han tenido que “rescatar” a sus padres
para que no terminen durmiendo debajo de un puente, a pesar de haber sacrificado muchos
proyectos personales. ¿Eso no es empeño?

Y resulta que mi hermana, Eva, es profesora. Y noche sí, noche no, está haciendo plantillas
de ejercicios para sus alumnos, corrigiendo exámenes o programando actividades para las
clases de apoyo que tú quieres retirar. Y todo fuera de su horario laboral. A veces se desanima,
pero su mejor recompensa es que, a la mañana siguiente, un alumno le diga que es la mejor
profesora del mundo. ¿Eso no es empeño?

Javier es un compañero. Quería ser director de cine. Ahora trabaja sirviendo hamburguesas,
pero con varios amigos está grabando un cortometraje sin subvención. Con sus recursos. Por
algo se empieza, a pesar de que cada día parecen contar menos las ilusiones. ¿Eso no es
empeño?

Andrea fue de vacaciones este año, a Asturias, a ver a sus abuelos. Tres generaciones de
mineros. Que trabajan ocho horas diarias, con mucho esfuerzo, en kilómetros de galerías
donde no entra la luz, donde huele a humedad, a tierra mojada, a gas, donde pasan horas sin
apenas poder ponerse en pie. ¿Eso no es empeño?

Tengo muchos amigos (Germán, Julián, Aina, Rosa, Lourdes…) que son autónomos. Que el IVA les está matando sus ideas y negocios. Que están asfixiados. Al margen de los infinitos impedimentos
burocráticos. Y siguen hacia adelante. ¿Eso no es empeño?

Y yo, junto con casi 6 millones de personas más, aún con la prestación de desempleo agotada,
salimos cada mañana a buscar trabajo a pesar de encontrarnos sin respuestas y, en muchos
casos, con desprecio. Todos los días. ¿Eso no es empeño?

Ah! Y mi vecina, Patricia, es doctora en oncología infantil, y madre soltera. Y se pasa noches
en vela, pensando en sus pacientes. Y si es preciso echar horas de más para salvar la vida de
alguien, lo hace. ¿Eso no es empeño?

Lo mejor de todo es que ninguno de ellos aplica lo de “voy a hacer lo que yo tengo que hacer
sin importarme lo que hagan los demás”….Porque claro. No han aprendido de ti, donde ni
parados, ni desahuciados, ni suicidados, ni muertos de hambre han importado a la hora de
aprobar medidas que los saquen de esa situación. Y, por eso, Gema asume el IVA, Arturo pasa
consulta gratis, Juampe o Vanessa pagan de su bolsillo el último tramo de su investigación
paralizada, Luisa y María dan fruta y pescado al banco de alimentos, los padres ayudan a sus
hijos y viceversa, Eva trabaja horas de más gratis para que el sistema educativo funcione, los
mineros siguen bajando a las galerías, Javier graba su cortometraje, Aina y Lourdes siguen
emprendiendo, y Patricia intenta curar y salvar a niños para que sus padres (muchos en paro)
no pierdan la única motivación que les queda en su vida.

Mariano… Aquí lo único que se me ocurre con el concepto de “empeño” son las familias
que llevan sus únicos bienes a empeñarlos para poder comer o, lo peor, que debido a los
recortes en sanidad hemos llegado al punto en el que estás obligando a muchos ciudadanos a
“empeñar” su propia salud para que tú salves al capital.

Conclusión. Desde mi modesta opinión, Mariano, visto el panorama… pon un poquito más de empeño.